¿Cómo componer una canción?

Cuando nos disponemos a componer una canción son muchas las preguntas que nos surgen: ¿Por dónde comenzamos? ¿Por la letra? ¿Por la música? Si es por la música ¿Cómo lo hacemos? ¿Componemos primero la melodía y después buscamos los acordes o al contrario? ¿Y qué hay del ritmo y de la estructura? ¿Podemos escribir una canción triste estando en ese momentos felices o viceversa? En fin…son muchas las dudas que nos surgen y con este post esperamos que algunas de ellas se vean resueltas.

Lo qué sí hay que tener claro es que, como todo en la vida, debe de existir un equilibrio, en este caso entre técnica y emoción. Es decir, nosotros podremos comenzar a crear y debemos hacerlo con un mínimo de conocimiento sobre la materia. Pero también es cierto que en ocasiones hay que romper ciertas premisas y hacer lo que uno siente que tiene que hacer. De un modo u otro, a las personas que han recibido una formación académica, en ocasiones, les cuesta salir de ese corsé y por otro lado, a las personas que sólo se dejan guiar por su intuición, también les puede resultar complicado plasmar en papel esas ideas y sonidos que rondan por sus cabezas. Es por ello que trataremos de buscar un equilibrio entre ambas partes y tomaremos decisiones. Una forma de saber si una melodía funciona es si es posible tararearla ¿Está definida? ¿Es fácil de recordar?

Una buena idea es ir registrando todas las melodías o letras que nos vienen a la cabeza en un papel pautado o en nuestro móvil para después escribirlo. Una vez tengamos muchos motivos y frases musicales será el momento de ver qué tomamos y qué dejamos. El propio Beethoven escribió diferentes finales para su 5ª sinfonía por lo que no nos debe angustiar escribir diferentes opciones dentro de un mismo tema, y elegir la que pensemos que es la mejor opción. Una vez tenemos algunas melodías podemos trabajar sobre cuáles pensamos que son más interesantes y cuáles no. Incluso dentro de la misma melodía podremos ver si cambiamos algún esquema rítmico, melódico o armónico. Conviene dibujar el giro melódico en un papel como si de un dibujo se tratara y ver si existe alguna nota que pensamos que funciona mejor de otro modo. La repetición es nuestra mejor aliada ya que el motivo musical de cualquier tema, bien sea de música académica (clásica) o actual, ha de ser recordado y reconocido, por lo que conviene centrarse en temas no muy largos y tampoco que no utilicen una interválica muy compleja: p.ej. intervalos compuestos (de más de una octava). Una vez tengamos un número sustancioso de bocetos con muchas ideas melódicas, sólo tenemos que elegir entre los que tomamos y los que dejamos y es aquí cuando construiremos una estructura. Existen numerosas estructuras, pero la más común es la alternancia entre dos partes: estrofa (verse) y estribillo (chorus). En ocasiones existe una introducción al tema, puente, o coda que pueden ser interpretados como un solo o acompañados y que pueden llegar a enriquecer el tema, pero que son prescindibles.

A la hora de escribir una canción nos beneficiará limitar el aspecto tímbrico ya que nos permitirá centrarnos en lo importante. Por ello, lo más común es escribir canciones con voz y guitarra o voz y piano, pero por supuesto tampoco existe una única forma de hacerlo. También nos podría ayudar (o no), el escribir frases de 8 compases donde exista una tensión melódica en los primeros 4 compases y una distensión en los cuatro siguientes. Aunque, una vez más, esto sólo es una sugerencia para principiantes que no sepan por dónde comenzar y que no les venga ninguna idea a la cabeza. Analizar cómo están compuestas otras canciones nos ayudará mucho a la hora de escribir las nuestras. También es importante quitarnos de la cabeza la presión que puede existir por hacer algo realmente bueno y dejar fluir un poco las ideas que vayan surgiendo, de forma que haya espacio para que, poco a poco, éstas vayan encajando. Sería algo así como contar una historia. Cierto es que, en ocasiones, puede surgir de principio a fin y como hacía Mozart escribirlo todo de una vez y sin tachaduras, pero esto no suele ser lo habitual. Por este motivo, el ir trabajando sobre el material que vayamos generando durante un periodo de tiempo, nos puede ayudar mucho a que el resultado final nos satisfaga. Existen puntos en los que podremos centrar la atención, tanto cuando analizamos otras canciones como cuando componemos la nuestra propia, p.ej. ¿Cuál es la tesitura en la que se mueve la melodía? Es decir ¿Cuál es la nota más grave y más aguda de la melodía principal? ¿Cuál es el mapa o dibujo melódico? ¿Hemos creado un contraste entre partes? P.ej. con notas largas en una parte y notas cortas en otra, o con una estrofa en un registro más grave y un estribillo más agudo…¿Existe un clímax en nuestra canción? También es importante hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué quiero contar? ¿Tengo la necesidad de expresar algo? ¿Qué público puede estar interesado en escuchar nuestra canción? Definamos bien nuestro oyente y tratemos de que todas las partes de la canción se encuentren bien trabajadas (melodía, ritmo, armonía y letra).

En ocasiones, cuando escucho una música por primera vez me gusta sorprenderme pensando ¿Qué es lo que hará ahora? ¿Cómo resolverá armónicamente? ¿Por qué habrá utilizado estas figuras rítmicas en lugar de otras…? Creo que el factor sorpresa, además de la predictibilidad, son necesarios para que la música no nos resulta aburrida y debe guardar un equilibrio entre lo que se espera y el factor sorpresa. Si pensamos en canciones conocidas, y esto también suele suceder en la música académica, necesitamos escucharlas varias veces para disfrutarlas plenamente. La repetición forma parte de lo que hemos venido denominando “gusto o preferencia musical”, por eso las canciones “comerciales” suelen utilizar mucho la repetición. En cambio la música académica, si bien es cierto que utiliza la repetición, se sirve más de la elaboración de los temas que de la mera repetición. Es por ello que, a la hora de escribir una canción, es importante saber o intuir quién puede ser nuestro oyente.

Bueno y ahora cuéntanos ¿Cómo es tu proceso para componer una canción?

 

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