¿Puede ayudar la música al Alzheimer?

La música puede ayudar a aprender y recordar información verbal en personas diagnosticadas con algún tipo de demencia, como Alzheimer; estos son los resultados del trabajo presentados en el 2012 por Moussard, Bigand, Belleville y Peretz. El estudio trató de evaluar si las nuevas letras de canciones se aprenden y memorizan mejor cuando se presentan de una forma hablada o cantada.

En jóvenes adultos se ha encontrado tanto una relación positiva, como negativa o nula, sobre el efecto que pueda tener el canto en la mejora de la información verbal. Varios factores pueden verse envueltos en este proceso, como por ejemplo, (1) la familiaridad de la melodía y (2) sucesivas sesiones de aprendizaje e intervalos de retención a largo plazo. Por ello, este estudio de caso con un participante diagnosticado de Alzheimer leve, muestra que el aprendizaje inicial de una nueva letra, mejora el rendimiento sobre la versión hablada que cantada, a menos que las letras se aprendan con una melodía familiar, ya que después de repetidos episodios de aprendizaje –incluso con una melodía desconocida– se ha producido una mejor retención de las palabras. De este modo, la voz cantada –la música– puede proporcionar una ayuda más sólida que la voz hablada para consolidar la memoria verbal.

Aunque no te hayas planteado el hecho de que la música pueda servir como técnica mnemotécnica, se trata de una creencia antigua, p.ej. ha ayudado a juglares a transmitir historias. Todavía hoy día se utiliza esta técnica en publicidad (la canción del Cola Cao, etc.) o en educación (canciones para memorizar las letras del alfabeto, etc.). La mayoría de estudios que tratan cómo la música puede ayudar a la memoria verbal han sido realizados con personas sin ningún tipo de enfermedad o discapacidad, esta es la razón del trabajo de Moussard, Bigand, Belleville y Peretz (2012). Se debe de tener en cuenta que los procesos sintácticos de la música y el lenguaje comparten una parte importante de recursos cerebrales anatómicos y funcionales, ayudando así a la memoria de canciones. Además, otra relación entre la música y la memoria verbal es la emoción; quizás ahí esté la clave de todo: la música es un medio privilegiado para expresar emociones. Existen evidencias de que memorizamos mejor cuando las palabras tienen un contenido emocional, por ello la música puede potenciar este aprendizaje. La exposición a la estimulación musical aumenta el funcionamiento cognitivo. Este efecto es importante en la demencia, ya que aumenta la motivación hacia el aprendizaje, y en relación hacia la memoria con material cantado o hablado existen diferentes resultados, incluso algunos concluyen que los participantes memorizaban mejor el material hablado que el cantado. De cualquier modo, las melodías asociadas a las letras que se pretenden memorizar deben de ser simples, simétricas, estar repetidas varias veces durante la canción, y estar asociadas a melodías conocidas (Wallace, 1994).

Algunos autores afirman que la melodía y las letras integran una representación unitaria de la memoria. Un estudio con neuroimagen manifiesta la integración de estos dos componentes para el procesamiento fonológico y para la planificación vocal del canto, aunque después del daño cerebral podrían perderse. Por ejemplo, los participantes diagnosticados de amusia sólo reconocían las letras, no la melodía, por lo que melodía y letra serían disociables. El aprendizaje verbal es superior cuando la melodía resulta familiar o ya ha sido previamente aprendida. Por lo que si queremos aprender una letra, lo más óptimo sería escoger una melodía sencilla que nos permitiera optimizar el rendimiento de la memoria verbal. Debemos recordar que cuando memorizamos la melodía con su letra, ésta produce una codificación cerebral más profunda que permite su recuperación a largo plazo.

Por ello, el trabajo de Moussard, Bigand, Belleville y Peretz (2012) evidencia cómo la música puede ayudar a la memoria verbal de un enfermo leve de Alzheimer. Para ello comparan la memorización del extracto de cuatro nuevas canciones en los siguientes términos: (1) el habla, (2) cantando una melodía no familiar, (3) cantando algo recién aprendido (familiaridad media), (4) cantando algo de toda la vida…(familiaridad alta). Las letras fueron aprendidas hablando/cantando al unísono tomando como modelo el estudio realizado con participantes que tenían afasia (trastornos en el lenguaje). Para los tres fragmentos musicales cantados se predijo que el rendimiento aumentaría con la familiaridad de la melodía, y que las letras de las canciones que no eran familiares tendrían más dificultad para ser recordadas. La segunda fase trató de corroborar que las letras cantadas conducirían a una mejor memorización que los textos hablados a través del tiempo. Para llevar a cabo estas hipótesis se realizó un estudio de caso con una mujer de 68 años, con un nivel de educación bajo (7 años) –abandonó la escuela con 14 años y se convirtió en monja durante algunos años, hasta que por razones médicas lo abandonó con 20 años para dedicarse a limpiar un hospital, y una iglesia. Desde su jubilación es voluntaria todas las mañanas en un centro de salud. En octubre de 2004, por la dificultades de memoria fue al Instituto Universitario de Geriatría de Montreal, y se le diagnosticó un deterioro cognitivo leve, y en marzo de 2009 fue diagnosticada con la enfermedad de Alzheimer, según los criterios NINCDS-ADRDA; 11 meses después se presentó con demencia leve, según determino las puntuaciones 25/30 del MMSE (Mini Mental State Examination). Evaluaciones neuropsicológicas complementarias mostraron un deterioro de la memoria verbal. Sus resultados en la atención, memoria de trabajo, comprensión verbal, y capacidades auditivas fueron lo suficientemente altos como para llevar a cabo tareas experimentales. Para ello se le proporcionó una batería de test como: «15 words of Rey» (Rey, 1970) para la memoria verbal, el “Questionnaire” (Ehrlé, 1998) para experiencia musical, o el “Familiarity judgment and episodic recognition of familiar and unfamiliar melodies” (Samson et al., 2012) para la memoria musical. La participante en el estudio no tenía antecedentes psiquiátricos o neurológicos, tampoco era músico pero le gustaba la música y éstas fueron medidas con la versión reducida del “Montreal Battery of Evaluation of Amusia” de Peretz et al. (2012), donde la participante tenía que discriminar una nota cambiada en una melodía.

Para corroborar la hipótesis planteada se eligieron cuatro canciones desconocidas de Claude Gauthier (cantante folk canadiense-francés). Estas canciones se consideraron aptas para el estudio, ya que habían sido seleccionadas en un estudio piloto previo, donde los participantes juzgaron la musicalidad, sencillez y el potencial de éxito de éstas canciones. Las cuatro letras tenían familiaridad lingüística, basadas en una base de datos francesa sobre léxico. Cada fragmento contenía 8 líneas, con pocas palabras o líneas melódicas repetidas. Cada línea contenía un promedio de seis u ocho palabras y notas, todo ello seleccionado bajo unas consideraciones previas. La estructura de las canciones eran estables y estaban en modo mayor. Los extractos de la las letras fueron grabadas a capela por una cantante y asignadas al azar en una de las siguientes condiciones: una era hablada (texto recitado con la entonación y velocidad natural), dos fueron cantadas con melodías desconocidas (con baja o nula familiaridad; pudo escucharlas durante varias semanas), y el último fragmento fue cantado con la conocida melodía de la “oda a la alegría” de L.V. Beethoven, con la intención de mantener el uno a uno entre las sílabas y los tonos de la melodía. La secuencia para aprenderla fue: (1) escuchar, (2) repetir al unísono, y (3) repetir desde el recuerdo. La participante escuchó primero todo el fragmento con la intención de familiarizarse con él y después se le presentó la primera línea. Esa misma línea se le presentó una segunda vez, y la participante tuvo que reproducirla al unísono. Seguidamente se le pidió reproducir la línea sola y tratar de memorizarla. Para la segunda línea se utilizó el mismo procedimiento: escuchar, repetir al unísono y repetir sólo. Después, las dos primeras líneas fueron presentadas juntas, a continuación con la tercera, y finalmente todo junto con la cuarta línea. Después de las tres primeras líneas, si el 65% de las palabras eran retenidas, se detenía el procedimiento. Por último después de 10 minutos se reprodujo de nuevo, para medir la tasa de olvido. La tarea consistió en recordar las palabras exactas, y si no era posible se le pidió que anotara lo que le venía a la mente, y en ocasiones se le dijo cómo comenzaba la letra. Todos los extractos de las canciones fueron aprendidas en sesiones distintas en el domicilio del participante, y grabadas en audio y vídeo.

Los resultados mostraron que, para el aprendizaje inicial, cantar no ayudaba necesariamente a la memorización y posterior recuerdo de la letra; dependía de la familiaridad de la melodía. En cambio, durante los episodios regulares de reaprendizaje, el rendimiento aumentaba un poco más cantando, es decir, las letras se recordaban mejor después de un mes o incluso 10 minutos después cuando éstas habían sido cantadas. De este modo se puede afirmar que la música ayuda a la memoria verbal a la largo y corto plazo, a pesar de que la doble codificación (música y letra) demande un proceso más lento y exigente.

Aunque todavía queda mucho por estudiar (p.ej. la memoria verbal con otro tipo de apoyo como los gestos) la capacidad emocional que posee la música, probablemente, tiene mucho que ver con el hecho de disponer de una mejor memoria verbal a largo plazo, en personas sanas o con Alzheimer. Además, la característica “recreativa” intrínseca de la música hace que sea una forma de estimulación cognitiva privilegiada para personas sanas o con Alzheimer.

+ Información en: Moussard, A., Bigand, E. Belleville, S., y Peretz, I. (2012). Music as an Aid to Learn New Verbal Information in Alzheimer´s Disease. Music Perception: An Interdisciplinary Journal, 29(5), 251-531. DOI: 10.1525/mp.2012.29.5.521

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