¿Qué relación tienen las emociones con la interpretación musical?

Existen evidencias que demuestran que la interpretación musical tiene el potencial de hacernos sentir bien. Hace unos años se realizó una investigación sobre la música y las emociones, en torno a la experiencia que tuvieron 35 estudiantes universitarios cuando interpretaban música. Desde una vertiente eudaimónica del bienestar (funcionamiento psicológico pleno) Lamont (2012) muestra cómo los jóvenes músicos tenían experiencias gratificantes, y cómo éstas se relacionan con la motivación a largo plazo de los estudiantes para comprometerse con la interpretación musical.

Quizás una de las primeras preguntas que te planteas es: Pero… ¿Qué es el bienestar hedónico y eudaimónico?

El bienestar hedónico tiene relación con el afecto positivo y la ausencia de afecto negativo, mientras que el bienestar eudaimónico sería el funcionamiento psicológico pleno (satisfactorio). Conviene resaltar que en términos generales, el bienestar tiene un papel tanto preventivo como de recuperación de diferentes enfermedades.

El artículo titulado “Emotion, engagement and meaning in strong experiences of music performance” de Lamont (2012), explora la contradicción existente entre emociones positivas y negativas cuando un grupo de jóvenes interpretan música. Se ha podido demostrar que el compromiso es un componente esencial del bienestar eudaimónico. Al balancear de forma equilibrada los retos podemos llegar a un estado de flujo, dejándonos absorber a modo de “carpe diem” por la tarea que estamos desarrollando. El significado, hace referencia al compromiso que tenemos hacia cosas más grandes que nosotros mismo (por ejemplo la religión, grupos sociales…), lo que también contribuye al bienestar personal y a la autonomía. En definitiva, se trata de balancear la búsqueda del placer con el compromiso y el significado, o sentido, para llegar a alcanzar el bienestar subjetivo.

¿Y qué factores intervienen en el bienestar? 

El bienestar varía con la genética (disposiciones positivas, personalidad), la demografía, las circunstancias…Las personas podemos controlar alrededor del 40% del bienestar de forma intencionada. Es cierto que a pesar de que faltan investigaciones en torno a las diferentes actividades que podrían general bienestar, sabemos que interpretar música es una de ellas. Pero también existen otras actividades como la danza, el teatro, las artes, leer, el sexo, comer, e incluso el vandalismo o la conducción temeraria, que están asociados al bienestar subjetivo.

 ¿Y qué evidencias existen sobre la música y el bienestar?

La psicología positiva ya ha comenzado a analizar datos entorno a los efectos que tiene la escucha musical sobre el bienestar. También existen investigaciones con diferentes metodologías y enfoques teóricos sobre cómo la interpretación musical afecta al bienestar. Por ejemplo, cantar en un coro puede reducir los niveles de excitación tensa e incrementar los niveles de excitación energética y el tono hedónico positivo, además de la calidad de vida percibida. De hecho tanto en la escucha musical como en la reproducción, predominan emociones positivas (alegría, felicidad, éxtasis, euforia, calma y paz). Además existen estudios como los de Pérez-Aldeguer y Leganés-Lavall (2014) donde se miden las diferencias en el bienestar psicológico entre personas mayores que cantan en un coro y las que no participan de este tipo de actividad.

Desde un enfoque cognitivo, el bienestar se ha relacionado con un estado psicológico de flujo. La interpretación musical tiene el potencial de inducir al intérprete a un estado de flujo, llegando incluso a perder la conciencia. Esta cualidad de la interpretación musical puede llegar incluso a predecir la motivación a largo plazo y los logros que una persona puede llegar a conseguir a largo plazo. El trabajo de Sloboda (1991) afirma que los adultos que con menos de diez años han tenido una buena “experiencia de flujo” con la música, fueron más propensas a seguir el resto de su vida en contacto con la práctica musical.

Así que ya sabes, permítete fluir cuando toques música (sin límite de edad; nuca es tarde para disfrutar de la interpretación musical), pierde la noción del tiempo, y conéctate con una realidad más trascendental.

Otra cuestión que nos planteamos en referencia a la interpretación musical y las emociones es: ¿No existen emociones negativas a la hora de interpretar música?

Claro que sí! Especialmente los intérpretes profesionales manifiestan algún tipo de emoción negativa cuando se enfrentan a un público; generalmente se trata de ansiedad. El trabajo de Steptoe (2001) afirma que la ansiedad afectaría aproximadamente a una cuarta parte de los intérpretes y cantantes. La ansiedad es una respuesta del sistema nervioso autónomo a la amenaza percibida (público), e incluye síntomas fisiológicos como el aumento del ritmo cardíaco, sudores, sequedad de boca, temblor de manos, náuseas, pérdida de concentración y pensamientos negativos sobre cómo estamos tocando. Existen diferentes tipos y/o razones que llevan a un interprete a experimentar la ansiedad o el miedo escénico: la personalidad (algunas personas son más propensas que otras a sufrir miedo escénico), el dominio de la tarea, o el autoconcepto. La buena noticia es que existen técnicas de relajación que pueden ayudarte a superar el miedo escénico.

 ¿Qué emociones te produce tocar un instrumento musical? ¿Has sentido alguna vez ese estado de flujo cuando haces música?

Bibliografía

Lamont, A. (2012). Emotion, engagement and meaning in strong experiences of music performancePsychology of Music, 40(5), 574-594. DOI: 10.1177/0305735612448510

Pérez-Aldeguer, S. y Leganés-Lavall, E.N. (2014). Differences in psychological well-being between choristers and non-choristers in older adultsInternational Journal of Community Music, 7(3), 397-407. DOI: 10.1386/ijcm.7.3.397_1

Sloboda, J. A. (1991). Musical expertise. In K. A. Ericsson & J. Smith (Eds.), Towards a general theory of expertise: Prospects and limits (pp. 153–171). Cambridge, UK: Cambridge University Press.

Steptoe, A. (2001). Negative emotions in music making: The problem of performance anxiety. In P. N. Juslin & J. A. Sloboda (Eds.), Music and emotion: Theory and research (pp. 291–307). Oxford, UK: Oxford University Press.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*