Introducción a la Música de África Occidental. Parte I

Administrativamente, África está compuesta por 54 países. Excepto Etiopía, el resto de países fueron colonizados principalmente por Francia y Reino Unido a partir del s.XIX; aunque la colonización de África comenzó mucho antes. Cuando hablamos de “música africana” nos queremos referir al folklore musical, principalmente de tradición oral, que anónimamente se ha ido heredando de generación en generación. Se trata de un patrimonio inmaterial de un valor incalculable. Hablar de música africana es, también, hablar de muchos aspectos que han rodeado el fenómeno musical y por ello resulta interesante conocer algunos datos históricos del continente, del que posiblemente se originan los primeros linajes de hombres sobre la tierra (cuando hablamos de hombre, como dice el Génesis en la Biblia, nos referimos al varón y a la hembra). 

Bien, en las próximas líneas trataremos de hacer un resumen a partir del volumen I del libro-enciclopedia titulado “la música” editado en Buenos Aires (Argentina) en el año 1994 por la editorial Conosur (pp.53-58). 

Comenzamos: África resulta un mosaico étnico tan complejo que no resulta fácil ponerse de acuerdo a la hora de definir los elementos que lo componen. Por ello, los estudios de la música africana se suelen basar en los elementos constitutivos del lenguaje musical (melodía, ritmo…) y más raramente sobre criterios geográficos. Además, en regiones del norte y extremo Sur se han asentado pueblos procedentes de fuera de África, p.ej. las “islas” bereberes y la presencia árabe, que nos recuerdan a las culturas del Mediterráneo, a las arcaicas comunidades bosquimanas (pueblo indígena del sur de África), y a las europeas descendientes de la inmigración bóer en Argentina. También podríamos señalar el caso particular de la cultura etíope, desde hace tiempo africanizada, pero en cuyo contexto se hallan presentes influencias asiáticas. 

Autores como el francés André Schaffner (1895-1980) o el italiano Roberto Leydi (1928-2003)  han visto en el Islam un enemigo de la cultura del África negra, ya que según ellos, debilitó gradualmente la vida espiritual autóctona de los pueblos convertidos al Islam. Es decir, existen elementos musicales que fueron desapareciendo o transformándose como por ejemplo, los cantos de trabajo o las músicas relacionadas con las celebraciones naturalistas de la África pagana, por otras nuevas de la cultura árabe. Todo este crisol cultural se fue asentando, ya que todo lo que contuviera elementos contrarios a los principios de Mahoma no pudo permanecer. 

 

Senegal, zona fronteriza entre lo arabizado y la África negra, donde coexisten escalas heptafónicas (derivadas de las notas principales del sistema árabe) y escalas pentafónicas de indudable carácter negro. El área de Sudán, que va desde Senegal hasta el Mar Rojo, transversalmente al Continente, algo entre el Islam y el África negra, habiendo así un enriquecimiento del patrimonio instrumental y de las formas compositivas típicas de estas poblaciones, siempre bajo el signo del Islam, tan compenetrado con el alma africana, que suscitó el movimiento mahdista, de lo que era el Sudán anglo-egipcio. 

Cuando se pasa de las provincias del oeste a las del este, al xilófono (o mbila), al arpa portátil y a los tambores se añaden otros instrumentos como campanas metálicas, flautas y clarinetes dobles, mientras que a las voces solistas se suman, el diálogo y el coro.  Además se respeta la típica estructura negra: una parte instrumental o vocal que libera una línea melódica parcialmente improvisada, mientras las restantes realizan un “ostinato” rítmico más o menos complejo. 

El término genérico “África Occidental” comprende regiones ecuatoriales y centrales. La base musical sería la lengua hablada y su organización tonal; según la altura de los fonemas constitutivos, una palabra puede tener distintos significados. Por ejemplo, en la región de Stanleyville, en el Congo, la palabra lisaka, si se pronuncia sobre tres tonos bajos iguales, significa “marcha”, si su tercera sílaba se eleva significa “promesa”, y si la primera sílaba es de tono bajo y la dos siguientes altas significa “veneno”. Por ello, un canto deberá tener en cuenta el significado original de cada vocablo, componiendo así la melodía de acuerdo a estos tonos verbales. Sobre este principio se desarrolló en África el lenguaje de los “tambores parlantes” que permite la transmisión de sencillos mensajes a considerables distancias. 

Otra característica de la música africana occidental es la textura heterofónica de las composiciones. Algunos etnomusicólogos califican de polifónico el tratamiento de la música negra, algo asimilable al “falso bordón” medieval europeo (sucesión paralela de acordes). Las voces tienden a moverse sobre intervalos de terceras paralelas, mientras que en las regiones orientales predominan las relaciones de quinta. Tampoco faltan los movimientos contrarios de las voces en ambas zonas de África, aunque el elemento fundamental de su música es el ritmo; la polirritmia se desarrolla en su máxima expresión. 

Un instrumento “primitivo” para el desarrollo de esta característica musical es el tambor de hendidura, tallado en un tronco de árbol hueco, y cuyas dimensiones pueden variar mucho. Se emplea tanto para acompañar ritos, danzas e incluso para dar indicaciones cifradas a los bailarines.

 

También encontramos distintas matracas (carraca…) que están asociados a ritos vegetales o de fertilidad, asociación, en cierto sentido, mágica-evocadora, pues los citados instrumentos se obtienen de frutos secos, en cuyo interior las semillas producen una especial crepitación, según se agite el contenido. 

Las campanas en “hierro trabajado”, afines a los objetos análogos descubiertos entre las ruinas de Zimbabwe (África Sudoriental, de hacia el siglo IX) y las campanas y sonajas de bronce de la Nigeria del s.XVI. Las campanas en hierro trabajado han alcanzado el papel del símbolo fónico de la dignidad de los jefes. 

 

Consideraciones más complejas son las sugeridas por el xilófono, instrumento príncipe de los conjuntos orquestales. Probablemente, este instrumento no fue ideado por los africanos, sino que les llegó desde Indonesia a través de Madagascar, a donde emigraron gentes del tronco indonesio. Todo esto fue cambiando, p.ej. El xilófono en poblaciones de la franja ecuatorial está formado por láminas de madera colocadas sobre un hoyo en el suelo, que hacía de caja de resonancia. En cambio entre las comunidades de las costas occidentales y los “pende” del Congo, las láminas de madera eran colgadas de una tela fácilmente transportable. Del xilófono africano vendría la marimba, poniendo bajo las láminas trozos de calabaza que amplificaban el sonido hasta alcanzar efectos de doble resonancia y modificaban el timbre en su sentido nasal. Los xilófonos y marimbas africanos solían tener de 2 a 21 láminas. 

 

 

Continuaremos la próxima semana con la segunda parte de «Introducción a la Música de África Occidental». 

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